Historia del inodoro

El inodoro aparece temprano en la historia, ya que el hombre, nada más volverse sedentario, vio la necesidad de alejar sus desperdicios del hogar.


Mientras el hombre fue nómada la naturaleza fue su inodoro, ya que satisfacía sus necesidades donde y cuando ellas se lo exigieran. En el momento en que se volvió sedentario, fue cuando se le ocurrió la idea de deshacerse de sus desperdicios lo suficientemente lejos como para no molestar a su nariz y lo suficientemente cerca como le pedía su sistema digestivo.

Civilización Minoica
Civilización Minoica

Esto explica por qué el inodoro, o retrete, aparece temprano en la historia.

Fuentes historicas señalan que el inodoro comenzó a usarse en Creta, en tiempos de la civilización Minoica.

Los cretenses tuvieron inodoros, completos con cisternas alimentadas por corrientes de agua, palancas que controlaban el flujo del líquido y bajantes alrededor del año 2000 AC.

Sin embargo, existe cierta polémica sobre la paternidad del invento.

Según el doctor Bindeswar Pathak, la civilización Harappa, en India, tenía retretes y un complejo sistema de drenaje al menos 500 años antes, alrededor de 2500 AC.

Pathak menciona evidencia encontrada en el sitio arqueológico de Lothal, en el oeste de India, que muestra que los pobladores contaban con servicios de baños surtidos de agua y conectados con drenajes cubiertos de ladrillos.

El inodoro tampoco le fue desconocido a los egipcios y romanos.

Hacia el año 1350 AC en Egipto evacuaban en asientos de piedra caliza, con un orificio tipo cerradura en cuyo fondo había una vasija para recibir los excrementos.

Inodoro en la época Romana
Inodoro en la época Romana

En la Roma del siglo I se dotó a la ciudad de instalaciones para descargar la vejiga: se trataba de urinarios públicos llamados “columnas mingitorias” o vespasianas, por ser Vespasiano el emperador de la época. También existían columnas de esa naturaleza en los salones donde se celebraban banquetes y comidas.

Oscurantismo higiénico

Pero todo lo que avanzaron los cretenses, indios, egipcios y romanos en materia de inodoros parece haberse ido por el desagüe con cada una de estas civilizaciones.

El período comprendido entre los siglos V y XV DC fue oscuro para la higiene. Las calles estaban llenas de excrementos por todas partes, ya que el hombre daba alivio al cuerpo en esquinas, ríos y árboles.

En el mejor de los casos la gente tenía una vacinilla, chata o taza de noche, que vaciaba en la calle, avisando con el grito «¡Agua va!» a los transeúntes desprevenidos.

En castillos y fortalezas se gozaba del privilegio de asientos especialmente construidos sobre agujeros que desembocaban en el río o el jardín.

Primer retrete como tal

El retrete, water-closet o water-clo data de 1589 y fue inventado por el inglés John Harrington. Su diseño incluía una cisterna que también podía servir de pecera, una reserva de agua en la taza y una manija para activar el mecanismo.

Puesto que la reina Isabel I de Inglaterra fue madrina de Sir Harrington, un retrete fue instalado en su palacio de Richmond. Sir John Harrington fabricó dos inodoros: uno para la reina y otro para él.

Se considera que una de las razones por la que el ahijado de Isabel I no fabricó más inodoros fue que la reina le negó la patente, por una cuestión de «decoro», aunque se señala también que el verdadero problema era la falta de un sistema de drenaje.

Por otro lado, algunas fuentes indican que Harrington fue ridiculizado por su estrafalaria invención y, al cabo, la abandonó.

Cuando en 1596 Harrington publicó una sátira en la que describía con detalle su inodoro, la reina lo expulsó de la Corte.

Los que fueron más entusiastas acerca del water-closet que los ingleses son los franceses.

En 1668 con un edicto emitido por el comisionado de policía de París se ordenó la construcción o instalación de inodoros en todas las casas. En Inglaterra una medida similar tardó en tomarse hasta 1848.

También fue en París donde por primera vez se separaron los baños de damas de los de caballeros, en un baile de 1739.

La era del inodoro

El siglo XVIII fue cuando el uso del inodoro se extendió masivamente. Muchos consideran que la invención del artefacto se debe a Alexander Cummings, ya que este registró la primera patente de un inodoro, a cuyo diseño hizo importantes aportes, en Inglaterra, en 1775.

La comercialización comenzó en 1778, gracias a ciertas mejoras introducidas por el carpintero Joseph Bramah.

La primera generación de inodoros estaba cargada de decoraciones y adornos parecidos a los de las vajillas, lo que convertía al retrete en una pieza de auténtico lujo. Esta costumbre, sin embargo, se abandonó entrado el siglo XX.

Hoy en día los fabricantes intentan hacer del inodoro una pieza de alta tecnología, con innovaciones que van desde los asientos precalentados hasta los «asistidos», que ayudan a separar las partes traseras del usuario.


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